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¿Es o no recomendable asociarse a alguien para comenzar un negocio? Es una decisión que tiene más ventajas que desventajas.
 
Al comienzo uno comparte riesgos, el capital inicial que proviene de ambas partes y los contactos, que son tan importantes, suman más que si lo comparamos con estar sola.

Compartir con alguien que está en la misma posición de una, que está tan motivada y comprometida, que goza y sufre igual que una cuando el negocio anda bien o mal es algo que vale oro.
Pero existen las malas experiencias y quienes prefieren estar solos. Por eso es tan importante la elección del socio o socia.

¿Cómo debe ser esta persona? El ideal es buscar un complemento, que ambos socios (as)  sean parecidos, pero diferentes. Suena raro, pero tienen que ser parecidos en los valores que van a definir en conjunto para la empresa y ojalá provengan de diferentes áreas para aportar y complementarse.

Si tu socia es mejor con los números y la otra con el desarrollo de productos, la combinación será perfecta. Mejor todavía si se combinan recursos como conocimiento del mercado, experiencia en el tipo de negocio y contactos comerciales.

En el inicio de la empresa, las emprendedoras tienen que realizar miles de tareas y “hacer de todo”. Tener una socia permite compartir estas funciones y responsabilidades. Así uno no tiene que estar pendiente de absolutamente todo.

Cuando la empresa crece y pasa el tiempo, la idea de salir de vacaciones y que todo siga funcionando parece maravillosa. Qué tranquilidad poder desconectarse sabiendo que la socia estará al pendiente de todo. Hoy por mí, mañana por ti, obviamente.

Con todas estas ventajas, el socio pasa a ser un apoyo fundamental a la hora de emprender.

¿Te gusta la idea de emprender de a dos? ¿Tienes una socia o socio, cuéntanos tu experiencia?