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Las personas con  discapacidad cada vez tienen mayor visibilidad en nuestra sociedad y en el mercado laboral, aunque todavía hay mucho trabajo por delante.
El apoyo del emprendimiento y el fomento del trabajo por cuenta propia ha sido hasta ahora una de las asignaturas pendientes. Aunque esté empezando a cambiar, la proporción entre trabajadores y autónomos y empresarios con algún tipo de discapacidad está muy desequilibrada.
 
A pesar de ellos, las personas con discapacidad optan muchas veces por construir su propio futuro, aunque en ocasiones sea más por obligación que por devoción.
 
Además, de los obstáculos que puede tener cualquier emprendedora, las personas con discapacidad se encuentran barreras adicionales.
 
Estereotipos. La sociedad percibe erróneamente a las personas con discapacidad como personas con limitaciones y dificultades, en tratar de entenderlas desde la perspectiva de sus capacidades y de su talento. Los estereotipos y falsas creencias suponen una barrera de gran peso, porque están presentes en todos los terrenos.
 
Accesibilidad. En el caso de las personas con discapacidad física, la falta de accesibilidad y diseño universal dificulta enormemente el que podamos competir en igualdad al resto de emprendedoras. Esto dificulta los procesos, ralentiza las oportunidades, etc.
 
Formación y cultura emprendedora. Esa cultura emprendedora debe ser transversal y longitudinal respecto a la vida académica, por lo que debe comenzarse a cultivar en nivele preuniversitarios.
 
Hay emprendedoras con discapacidad en todos los sectores de la actividad.

¿Conoces algún caso?