Se que perseverar es mi mayor don, no me cansaré.
Hola, soy Gabriela Palma, tengo 48 años, vengo de una familia promedio donde la crianza era muy severa y rigurosa, donde las opciones era solo una, estudiar para tener un buen trabajo.
Bajo esa premisa mi futuro era negro, muy negro, fui una niña con dificultades en el aprendizaje escolar, con todo lo que eso conlleva. Así es que seguí mi vida a sabiendas que nunca alcanzaría el triunfo esperado. Luego de algunos aciertos y muchas equivocaciones es que conseguí un muy buen puesto en una empresa financiera privada la que me abrió las puertas y me dio la oportunidad de estudiar. Con todas las inseguridades que tenía es que acepté el reto y pude darme cuenta que era una excelente estudiante, no tuve problemas para aprender.
Es en ese momento que me di cuenta que cualquier cosa que yo quisiera lo podría lograr. Por primera vez tuve confianza en mí, por eso , a la edad de 44 años hice mi primer emprendimiento, el cual fue un rotundo fracaso. Me quedé a brazos cruzados, perdí todo, todo.... incluyendo esposo, casa .. etc. Mi pequeña bordeaba los 3 años y mi hijo mayor los 20 años.
No era el momento de darme por vencida, por ello con la ayuda de una amiga y varias personas que creyeron en mí, empecé una pequeña producción de alfajores artesanales los que salía a vender a la calle, en un principio salía con mi hija, llena de miedos y prejuicios, temor por mi hija pequeña que le pasara algo malo, pero con fé en mi dios y también en mi misma. Sabía que me había equivocado pero no permitiría que mis hijos pagarán por eso.
El primer día de ventas solo llevé 50 alfajores, los que vendía en las afueras de la universidad de la Serena en tan solo media hora vendí todo, seguí haciendo alfajores a diario durante la noche y saliendo a vender en el día, llegué a vender 200 unidades diarias. Tuvieron mucha aceptación ya que eran de distintos sabores y buenas materias primas. Un día un caballero llegó a comprar alfajores, ya que le habían dado el dato de mis productos, compró varios de distintos sabores, pasaron los días y volvió, me pidió 200 unidades para un local que tenía en el centro turístico de la zona, luego de una semana volvió y me pidió 300, otra semana más y fueron 400, llevamos trabajando 3 años juntos, con altos y bajos. Ya no vendo en la calle, vendo semanalmente hasta 3000 unidades, son 3 locales los que abastesco por ahora, tengo una persona trabajando conmigo y quiero hacer crecer este lindo taller, que me reforzó lo capaz que soy.
Puedo pagar a otra persona un sueldo no menor, está contenta y quiere seguir conmigo, Quiero hacer realidad mi sueño, tener una fábrica de alfajores y chocolatería artesanal.
Sé que lo lograré... tengo fe. me falta mucho por aprender y entender, pero se que perseverar es mi mayor don, no me cansaré.
- Ver historia anterior
- Ver historia siguiente
Agregar comentario